Alba Barquín Olmedo, participante en el itinerario formativo ‘Agentes de Mediación Intercultural’, defiende la postura de que la interculturalidad sea considerada un derecho humano.
Se trata de un debate interesante para a quienes consideran la intercultural como un modelo de gestión de la diversidad cultural, un diálogo entre culturas, donde prima el respecto y la aceptación de la diversidad cultural como un hecho enriquecedor.
Frente al derecho a la identidad cultural, reconocido en diversos instrumentos internacionales de derechos humanos, y que protege la posibilidad de cada persona y comunidad de preservar, desarrollar y expresar su propia cultura, -lengua, tradiciones, creencias, formas de vida y vínculos con su historia- en esencia, un derecho a ser uno mismo dentro de una cultura, la interculturalidad implica no solo conservar la propia cultura, sino también interactuar con otras, desde el respeto y el reconocimiento mutuo.

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y diverso, donde la interacción entre diferentes culturas y tradiciones es una constante. Sin embargo, esta diversidad no siempre es reconocida ni respetada, lo que puede generar situaciones de exclusión, discriminación y violencia. En este sentido, la interculturalidad no solo es un concepto, sino un derecho humano fundamental que permite la convivencia armoniosa entre distintos grupos culturales, promoviendo la equidad y el respeto mutuo.

¿Qué es la interculturalidad y por qué es un derecho humano?

La interculturalidad es el reconocimiento y el respeto de las diferentes culturas que coexisten dentro de una sociedad. Va más allá de la simple tolerancia, ya que fomenta el diálogo y la interacción positiva entre los diversos grupos, permitiendo que cada cultura pueda expresarse y desarrollarse sin sufrir discriminación ni exclusión. En el contexto de los derechos humanos, la interculturalidad es un derecho colectivo que garantiza que las personas puedan vivir en un entorno donde se valore la diversidad cultural y no sean juzgadas ni marginadas por su origen étnico, religión, lengua o costumbres.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que todas las personas tienen derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, y a participar plenamente en la vida cultural de su comunidad. En este marco, la interculturalidad juega un papel clave para asegurar que estos derechos sean efectivamente respetados y que las personas puedan vivir sin miedo a ser excluidas por su identidad cultural.

Impacto de la discriminación cultural en la vida de las personas

Cuando no se reconoce la interculturalidad como un derecho, los efectos en las personas pueden ser devastadores. La discriminación cultural se manifiesta en diversas formas: exclusión social, violencia verbal, estigmatización, o incluso la negación del acceso a servicios básicos como la educación o la salud. Los grupos minoritarios y los pueblos indígenas son particularmente vulnerables a estas prácticas, ya que muchas veces sus tradiciones, lenguas y costumbres son vistas como “inferiores” o “atrasadas” por parte de la sociedad dominante.

Esta exclusión tiene consecuencias negativas en la vida cotidiana de las personas afectadas: acceso limitado a recursos, bajos niveles de bienestar, pérdida de identidad y una constante lucha por el reconocimiento. En muchos casos, también se traduce en un ciclo de pobreza que es difícil de romper.

Buenas prácticas y experiencias exitosas de interculturalidad en acción

A pesar de los desafíos, existen ejemplos a nivel mundial de cómo la interculturalidad ha transformado positivamente sociedades y comunidades.

En algunas ciudades de Europa, como Barcelona, se han implementado políticas de integración intercultural que promueven el respeto por la diversidad mediante la educación, el intercambio cultural y el apoyo a las comunidades inmigrantes. Estos modelos demuestran que la interculturalidad no solo es posible, sino que también enriquece a las sociedades al fomentar un ambiente de solidaridad, respeto y cocreación cultural.

Reflexión: ¿Cómo podemos promover la interculturalidad en nuestra comunidad?

La interculturalidad no es un concepto abstracto, sino una práctica diaria que debemos fomentar en nuestras comunidades. Para lograrlo, podemos:

-Promover la educación intercultural: Es fundamental enseñar desde pequeños la importancia de respetar y valorar las diferencias culturales, así como fomentar el entendimiento mutuo.
-Fomentar el diálogo y el intercambio cultural: Participar en actividades culturales, festivales, y espacios de encuentro entre diferentes comunidades.
-Abogar por políticas públicas inclusivas: Apoyar la creación de leyes y normativas que promuevan la igualdad de derechos para todas las personas, independientemente de su origen cultural.

Cada acción cuenta. Solo a través del respeto mutuo y la aceptación de la diversidad podremos construir una sociedad más justa y equitativa.

La interculturalidad es una invitación a un diálogo entre las culturas,
de forma que respeten sus diferencias y vayan dilucidando conjuntamente qué consideran irrenunciable
para construir desde todas ellas una convivencia más justa y feliz
” Adela Cortina