El cuerpo central de la segunda sesión del curso se centro en realizar un análisis, en profundidad, de la aproximación  que Manfred Max-Neef realiza sobre el concepto de ‘Necesidad Humana’.

Para este autor,

“Concebir las necesidades tan solo como carencia implica restringir su espectro a lo puramente fisiológico, que es precisamente el ámbito en que una necesidad asume con mayor fuerza y claridad la sensación de «falta de algo». Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas, son también potencialidad y, más aún, pueden llegar a ser recursos. La necesidad de participar es potencial de participación, tal como la necesidad de afecto es potencial de afecto. Acceder al ser humano a través de las necesidades permite tender el puente entre una antropología filosófica y una opción política […] Así entendidas las necesidades –como carencia y potencia– resulta impropio hablar de necesidades que se «satisfacen» o que se «colman». En cuanto revelan un proceso dialéctico, constituyen un movimiento incesante. De allí que quizás sea más apropiado hablar de vivir y realizar las necesidades, y de vivirlas y realizarlas de manera continua y renovada.”Manfred Max-Neef

En la sesión, compartimos la siguiente perspectiva. Si nos centramos en la carencia, asumimos un papel de víctima o victimizamos a la otra persona. Si ponemos el foco en la potencialidad, estamos estableciendo las bases de la transformación social. En el primer caso tendemos a satisfacer nuestras necesidades con aquello que está a nuestro alcance, en el segundo tomamos las riendas de nuestra vida.

Pensamos que la principal misión que tiene un grupo, para que la convivencia funcione y se alcancen las metas que ese grupo espera alcanzar, es favorecer que sus necesidades puedan ser realizadas desde el punto de vista individual y colectivo. En la medida en que la realización de las necesidades está condicionada por la interacción entre las personas que forman el grupo, es responsabilidad de cada una de esas personas que sus actitudes y sus conductas contribuyan  a generar un clima en el que cada individuo pueda desarrollar sus necesidades y a que, en caso contrario, sea posible tomar las medidas necesarias para que esa situación cambie. Conocer las necesidades del resto de miembros del grupo nos permite tener a las demás personas en cuenta. Por el camino, nos vamos conociendo. Además, se va construyendo un sentimiento saludable de identidad grupal en torno a la realización de necesidades.

Nuestras necesidades son el principal motor de nuestra conducta. Todas nuestras acciones están orientadas a, como diría Max-Neef, vivir y realizar nuestras necesidades. Cómo no tenerlas en cuenta en los procesos de enseñanza-aprendizaje que diseñamos, implementamos y evaluamos. Empezando por este curso. En la próxima sesión reformularemos el análisis de necesidades y lo transformaremos en el marco de convivencia que ha de servir para relacionarnos durante el desarrollo del curso.