No acepten lo habitual,
como una cosa natural,
pues en tiempos
de confusión organizada,
de arbitrariedad consciente,
de humanidad deshumanizada,
nada debe ser natural,
nada debe ser imposible
de cambiar

Bertolt Brecht

Desde hace unas décadas el Estado español se ha convertido paulatinamente en un país receptor de otras culturas diferentes a la nuestra. De golpe, iniciamos la convivencia con personas venidas de muy diversos lugares. Los fenómenos de racismo, xenofobia e intolerancia, alentados por diversos factores sociales, políticos, económicos y culturales se han convertido en motivo de preocupación porque se ve amenazado el mantenimiento de valores y principios que sostienen la convivencia.

La identidad cultural de las personas que vienen de fuera, no es un factor de exclusión social en sí mismo. La rigidez, la intolerancia, la exclusión y el autoritarismo están presentes cuando existe el miedo a lo diferente (sobre todo si se tiene el poder de la mayoría).


Forges

Superar los miedos hacia otras culturas y responder desde el “no miedo”, con respeto, comprensión, tolerancia y solidaridad hacia lo diferente, nos permitirá enriquecernos y aprender a convivir de forma pacífica. Para ello podemos:

  • Mantener una postura activa, afrontando directamente el miedo a otras culturas y las consecuencias que conlleva, evitando comportamientos impulsivos e irracionales.
  • Trabajar el miedo a lo diferente: reconociéndolo, analizándolo, socializándolo y desmontándolo y actuando con respeto y tolerancia.
  • Evitar posturas inflexibles como la negación, la ocultación, la evitación o el ataque.
  • Compartir con otras personas, los sentimientos y las emociones que provoca el miedo a lo diferente para disolver los prejuicios.
  • Promover la solidaridad y la empatía, y por tanto, la Cultura de Paz.

Y, cómo no, recordemos la importancia de adoptar una actitud de acogida, de entendimiento y aceptación plena de todas las personas, de todos los seres humanos, como sujetos de derechos, sobre todo de aquellos cuyas conductas son intolerables desde el punto de vista del respeto a la dignidad y los derechos de otras personas.


Acción poética

No estamos apelando a la mera coexistencia pacífica entre personas de distintos estratos sociales, de origen cultural o territorial diverso, con posiciones e intereses opuestos ante los conflictos que nos afectan en el día a día. El reto que nos planteamos es el de la convivencia pacífica, como proceso, como horizonte hacia el que caminar sobre una senda que hay que (re)construir.