A.H.M ha sido una de las participantes del Itinerario formativo “Agentes de mediación intercultural”. A continuación, destacamos su reflexión sobre el proceso de formación de grupos y cómo construir un marco convivencial.
“Para mi, el proceso grupal es la clave de todo aprendizaje y toda convivencia; es la base que va a condicionar cualquier otro proceso, ya sea más amplio, a nivel de comunidad, o en un grupo de amistades o familia. Partiendo de la sociedad individualista en que nos encontramos, que ni siquiera ayuda a conocerse a una/o misma/o, resulta bastante complejo en un principio abordar el concepto de grupo y cómo trabajarlo.
Considero que todas las personas formamos parte de varios procesos grupales y es esencial ser conscientes de ello: conocer qué lugar ocupamos en cada uno de ellos, de qué manera nos relacionamos y qué objetivos perseguimos. Esto nos ayuda a poder compartirlo después con el resto del grupo y, desde ahí, teniendo en cuenta a cada persona, su situación y sus necesidades, se puede abordar un proyecto conjunto y cooperar unas con otras. Por tanto, veo fundamental tratar este proceso de creación de cohesión grupal.
Cuando creamos un grupo nuevo, creo que es muy beneficioso dedicar el tiempo suficiente a presentarse, conocerse, exponer qué se busca en el grupo, qué expectativas hay respecto a su finalidad pero también en relación a cómo se quiere trabajar, tomar decisiones o abordar aspectos más personales. De este modo, se están sentando las bases para facilitar los procesos posteriores y esto sirve también como ayuda a la hora de gestionar posibles conflictos que irán surgiendo.
Por otro lado, también me parece necesario que cuando una persona forma parte de un grupo ya creado, no se debe olvidar repasar lo anterior, sin dar las cosas por hecho, pues es la única manera de que el proceso grupal se actualice e incluya a todos los componentes.
Del mismo modo, considero importante que este proceso permita a todas las personas del grupo implicarse, aportar desde sus posibilidades sin juicios, sentirse parte de un proyecto común. Para ello, es interesante reflexionar y elaborar diferentes maneras de participar, algunas de las cuales podrían ser:
- Dinámicas de confianza: ‘romper el hielo’, acercar a las personas desde la parte más lúdica para romper posibles barreras iniciales, siempre adaptado a las características de quienes componen el grupo. Creo que a través del juego y la risa, si bien en un principio generan cierto recelo, después ayudan a vernos como iguales y relajarnos para abordar otros temas.
- Diferentes canales de participación: buscar distintas maneras para que las personas puedan aportar para que así cada una vea cómo se siente más cómoda y se de espacio a quienes quizás encuentran más difícil atreverse. También se incluye la posibilidad de participar para aquellas personas que tienen más difícil estar presentes físicamente.
- Hacer hincapié, durante todo el proceso, en la necesidad de no juzgar, sino escuchar y acoger distintas perspectivas: no sirve de nada ignorar o criticar algo que está presente. Si las personas se sienten en un ambiente seguro para exponer lo que piensan incluso cuando saben que no es ‘políticamente correcto’, desde ahí se puede trabajar en ello e incluso generar cambios en las perspectivas. No digo que se acepte todo, pero sí que se dé la oportunidad de abordarlo como grupo y que esa persona tenga opción de reflexionar.
- Organización y planificación para dar seguridad: creo que si se dedica tiempo a establecer una serie de pautas sobre el funcionamiento del grupo y las tareas a realizar, así como se incluyen espacios para tratar otros temas y se acuerdan unas normas, esto proporciona a los miembros del grupo un marco en el que moverse. Teniendo lo anterior claro, quizás nos sintamos más cómodas para tomar parte.