Todas las personas somos racializadas, y esto a pesar de que LAS RAZAS NO EXISTEN.

A todas las personas se nos identifica relacionándonos con una categoría racial: negro, blanca, asiático, latina, gitano…

Prueba a ver cómo funciona: mira a tu alrededor y verás que rápidamente eres capaz de situar a las personas dentro de una categoría racial.

El problema surge cuando la categoría es atravesada por el racismo. Una persona blanca y una gitana son racializadas, pero las consecuencias de su etiqueta no son las mismas para las dos

El racismo sitúa a la persona blanca en una situación privilegiada, mientras que sobre la persona gitana recaen toda una serie de estereotipos y prejuicios que hacen que su vida sea más difícil, y que sufra discriminación por el hecho de que haya sido identificada como “gitana”.

Esas diferencias entre quienes viven un trato favorable y quienes sufren discriminación, el impacto del racismo en las categorías raciales, ha hecho que cada vez utilicemos más el término “persona racializada” para referirnos a aquellas personas y grupos que sufren el racismo.

Siguiendo esta línea, racializadas son las personas situadas en una categoría racial (negra, sudamericano, árabe) sobre quienes impacta el racismo con todo su arsenal de estereotipos, prejuicios y discriminaciones; a veces directos, a veces sutiles, a veces a través de leyes y políticas públicas.