Celia Carolina Camacho, participante en el curso ‘Agentes de Mediación Intercultural 2024’, comparte con este texto su experiencia migratoria y  nos cuenta cómo su decisión ha cambiado el curso de una generación, convirtiéndose en un eslabón de la historia de la migraciones en Cantabria.

Contar de mi experiencia en este blog acerca de inmigrar a otro país ha sido todo un honor, espero que pueda valer la pena este corto y sustancioso relato de mi historia para personas como tú y como yo, que sienten la ilusión de emprender o planear un viaje hacia la otra punta del planeta tierra. 

Recordar la decisión que en su día tomé de cruzar el charco, no me llevó a pensarlo mucho. Aquel día lo recuerdo como fuese sido ayer. Estando en mi habitación acostada en mi cama se me acerca mi mamá y me hace la pregunta ¿te gustaría ir a España a visitar a Eduardito?, por un momento no tomé en serio su propuesta, ya que tenía otros planes en mi vida y eran de seguir estudiando; por otro lado, para ese entonces recibí la respuesta de las pruebas de notas de corte y el resultado fue que me habían aceptado en una universidad, en la carrera que había decidido hacer.
Y puesto que en ese instante mi cabeza no tenía otro pensamiento más que ese, retomando a la conversación de mi mamá, que me volvió a insistir y a plantear la misma pregunta, mi respuesta fue ¿por qué no?  Creí en ese momento que se trataba de una broma de mi madre, pero no, me lo dijo bastante sería. Así que me dije a mi misma: ¿que podría pasar si voy? 
Ese día, el ritmo cardiaco de mi corazón no andaba normal, bombeaba muy deprisa y las pulsaciones aumentaba, ya que no había planeado ni programado este viaje, ni siquiera me había imaginado hacerlo en mi vida, ¡fue todo tan deprisa!

Llegué a tener sentimientos encontrados, parte de mí ser no quería abandonar y dejarlo todo y comenzar de nuevo. Veía que mi vida se dividía en dos pedazos. Además, en ese tiempo estaba atravesando por una situación sentimental complicada.  

Tenía que sacar fuerzas donde no había y tener que pasar a la siguiente etapa sin precedentes. Dicho de otra manera, a madurar a destiempo, ya que contaba con tan solo 19 años de edad y creí que aún quedaban etapas de mi vida por quemar, y sin más dilación tenía que pasar al siguiente nivel, pero por poco o mucho que sea, contaba con la ilusión y las esperanzas de que con el tiempo iba a construir y conseguir una calidad de vida mejor que la que tenía en aquel entonces. 

Unos días antes, debido a la presión y ansiedad porque se acortaban los días de estancia en mi tierra y porque me quedaba pocos días para tomar el vuelo, se irrumpió en mi un dialogo interno: surgieron pensamientos confusos, una lucha en mi interior con mensajes negativos, de que no sería capaz de conseguir hacer las cosas bien, dudas y miedo a lo desconocido.   Tratando de desviar estos pensamientos, no siendo de provecho, ya que interferían en el curso del plan que tenía latente, muy dentro de mi sentía y me decía ‘todo irá bien’, así que me ajusté el cinturón, me llené de valor y continué con el plan previsto.  

De repente se me viene un recuerdo vago de aquel día en que surgió todo este maravilloso plan, mucho antes de despedirme de mi amada madre, me transfiere estas inspiradoras y sabias palabras, a su vez profundas y además llenas de promesa “vete hijita a España que allí tendrás nuevas oportunidades”.   Sin pensarlo dos veces, continué con el planteamiento que tenía fijado mi madre para mí ese día, el plan trazado de viajar a España, hago hincapié en decirlo ya que, desde mi percepción, debido a muchos menesteres gajes de la vida, esta fue la mejor decisión, y la más importante, que hizo que cambiaría el rumbo de mi procedencia. 

Con la incertidumbre de no saber casi nada del lugar donde me iba a trasladar y sentar- en ese momento tan solo contaba con muy poca información de aquel lugar-, y desde la distancia a poco que hablaba por teléfono con mi hermano me retrasmitía “¡aquí las personas son bastante majas y te ayudan mucho, el clima es bastante bueno hermanita!, tranquila ya vera que todo irá bien”.  Solo pensé, ¡qué tal si me va bien y decido quedarme en Santander! ¡Y si me va mal, pues simplemente que me regreso a Venezuela y punto, aquí no ha pasado nada!
Eso pensé en aquel instante. En resumen, en mis manos había un boleto de ida y vuelta, y además tenía la oportunidad de conocer otro país y con derecho a disfrutar unas cortas vacaciones, con retorno o quizás no, todo estaba en la decisión que tomaría. 

Contaré de manera, en resumen, el desenlace al llegar a España. La continuidad del renacer de una bonita y aventurera historia, ya que no puedo extenderme tanto en el blog, será lo necesario, que pueda hablar tras dejar atrás mi amada y tan añorada tierra. 

Llegando a España, estando ya asentada, estuve acogida en casa de unos amigos de mi hermano, estuve haciendo un poco de turismo por la ciudad de Santander, por otro lado, conocer más de la zona, para la búsqueda de recursos, y me enfoqué en entidades no gubernamentales por ejemplo UGT, La cocina económica, Cáritas, Las Canalejas, Acoge Cantabria, etc.…  Estos sitios ofrecían recursos específicamente enfocados para personas sin recursos y brindaban toda la información y orientación para la búsqueda de empleo. 

Una vez que empecé a ubicar lugares de referencia, tanto de aprendizaje y conocimiento que me ayudarían para buscar trabajo, para empezar este paso inicié con aprender a cocinar comida española, así estaría preparada cuando se diera la oportunidad de trabajar en ello, y así poder ir defendiéndome hasta organizar mi vida. Sí que es verdad que a medida que acudía a estas formaciones empecé a tener un círculo social bastante majo,- ya que fui entretejiendo culturas y creando amistades de distintas nacionalidades e ideologías-, que se iba dando conforme me apuntaba a los cursos que me ofertaban en el momento. 

Anduve dando tumbos hasta encontrar el sentido y la razón por la cual vine a España. Pasado un tiempo logré tener documentación legal y pude hacer varias formaciones regladas, y oficialmente certificadas, que me ayudaban a mejorar la categoría profesional y facilitar  la búsqueda de empleo 

Compartir este corto, pero intenso relato y experiencia de mi vida, fue todo un honor, por muy muy valiosa e importante que sea, ha sido todo reto y además un desafío que me llevo a la emoción más intensa, llamada adrenalina.
Poder lograr trasmitir con el mismo sentimiento de aquel día ha sido bastante complicado puesto que ha pasado ya mucho tiempo, unos 22 años.  Este éxodo de mi historia, ha cambiado el curso de una nueva generación, y forma parte de un eslabón de la inmigración. 

 Abandonar todo cuanto tenía allí, en mi tierra, infancia, adolescencia, familia, amigos costumbres, clima, expresiones, gastronomía, paisajes, naturaleza, estudios, etc. Con el corazón hecho a trocitos, tomé otro rumbo a mi destino, no obstante, estaba cargada de ilusión y no perdía la esperanza de cocrear una mejor versión de mí, partiendo de esa premisa nace la necesidad de ser creativa y de abrirme a otras oportunidades, a conocer personas siendo de otra procedencia con otras costumbres, raíces y creencias, ideología, y expresión.  

Llego a la conclusión de que podemos andar por la vida sin prejuicios, sin tener pensamientos condenatorios, redescubrir eso tan bonito que llamamos personas de otras procedencias. Creo que somos seres agentes conectores, cada uno formamos parte de un  todo  con el que convivimos día a día en este pequeño planeta llamado tierra, y pienso que es bonito saber que podemos conocer una variedad de colores y de combinaciones de pensamientos diferentes siendo portadores de un bienestar común.
Me atrevo a decir que hay que aportar un granito, y tomar un compromiso contigo mismo, ya que requiere una implicación hacia la sociedad y con el mundo en el cual respiramos y vivimos, dar un voto de confianza a los seres humanos no siendo mezquino, siendo generoso, y confiar en que la cooperación lleva más lejos que el individualismo.